Energías renovables

Del sol, nuevamente, surge la posibilidad de crear electricidad barata, con el uso de paneles fotovoltaicos.

De las plantas, que lo usaban para su fotosíntesis, pasó a los consumidores primarios, a quienes el hombre usaba en los campos para trabajar la tierra, explotando su fuerza laboral.

Otras fuentes de energía limpia y renovable provienen de los otros elementos que los primeros filósofos griegos ya indicaron como creadores de la vida: el agua, con centrales hidroeléctricas; el viento, gracias a los parques eólicos, fuego en plantas de energía geotérmica, y la tierra (y el desperdicio orgánico que forma parte de él) en plantas de biomasa.

Una lección importante para aquellos que siempre han pensado que la filosofía y la ciencia no tienen nada que compartir.

Nuestro planeta está cada vez más contaminado. La causa se debe principalmente a la explotación indiscriminada de los recursos naturales, pero también al progreso de nuestras sociedades modernas, que operan y continúan explotando fuentes de energía que a la larga son perjudiciales para nuestro planeta.

Es necesario reconvertir las industrias mundiales, abandonar las fuentes de energía no renovables que corren el riesgo de decretar el extremo temprano de la Tierra, que comienza a dar los primeros signos de su malestar a través del cambio climático y el aumento de la temperatura promedio.

La humanidad debe revertir su curso, crear las condiciones para el progreso sostenible y el desarrollo. Esto no significa abandonar la civilización que hemos creado a lo largo de los siglos, sino utilizar posibles fuentes de energía limpia y renovable de manera más responsable y efectiva, el verdadero tesoro del futuro.

En 1997, 146 naciones firmaron un documento conocido como el Protocolo de Kyoto, una ley ejecutiva que se refiere precisamente al nuevo curso hacia el desarrollo sostenible de recursos.