Por lo tanto, se debe a las terribles devastaciones de los incendios que destruyen hectáreas y hectáreas de nuestro patrimonio forestal cada año.
Prevención de incendios, a menudo, estos incendios son maliciosos, provocados por incendiarios improvisados o profesionales, contratados por delincuentes que usan el fuego como dinero para su beneficio.
Los pastores están acusados, quienes iniciarían incendios para obtener nuevos pastos para sus rebaños. Los guardabosques precarios están acusados, por lo que tendrían un trabajo más seguro, volviéndose indispensables para monitorear los territorios en riesgo. Se acusa de negligencia de los fumadores no civiles que arrojan colillas aún encendidas entre la maleza en los bordes de las carreteras recorridas. Los excursionistas y campistas que dejan incendios sin vigilancia son acusados.
La realidad es que un incendio es una responsabilidad colectiva, un mal que afecta a toda una nación, un flagelo que puede evitarse mediante reglas de prevención de incendios.
Y no solo los bosques y nuestro patrimonio ambiental están en riesgo de incendios, sino también todas aquellas actividades industriales cuya operación se basa en el uso de materiales peligrosos o actividades de combustión o lugares públicos que deben cumplir con disposiciones específicas de lucha contra incendios.
Estas normas también se refieren a todas aquellas actividades industriales y artesanales que utilizan materiales y sistemas en riesgo de incendio, como gas GLP, estructuras de madera, materiales combustibles.
Además de la prevención, también existe protección contra incendios, que se lleva a cabo mediante el uso de sistemas especiales de control de incendios que pueden ocurrir en el lugar de trabajo, para limitar lo más posible el daño a la maquinaria y, sobre todo, a las personas.