Plantas de purificación

En particular, las plantas de tratamiento de aguas residuales eliminan los desechos orgánicos en entornos urbanos, mientras que la electroflotación se ocupa de purificar las descargas nocivas de las industrias.

La importancia de recuperar las descargas urbanas a través de un proceso de purificación surgió después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el crecimiento de la población y las actividades industriales crearon una situación en la que ya no se podía hacer que la descarga de las alcantarillas fluyera hacia los ríos, poniendo en peligro el medio ambiente y la salud de las personas.

Las aguas residuales urbanas e industriales están formadas por una serie de sustancias que se pueden dividir en cuatro categorías. En primer lugar, están las sustancias flotantes, que no pueden disolverse en agua, luego las sustancias suspendidas, que ocupan la superficie del agua, y finalmente las sustancias disueltas y los materiales biológicos y, por lo tanto, orgánicos.

Una planta de tratamiento de aguas residuales funciona en varias etapas, lo que permite eliminar tanto la escoria sólida más grande como los microorganismos potencialmente dañinos. La primera fase de purificación tiene lugar a través de la parrilla, que funciona tamizando y separando los desechos sólidos más grandes. Luego pasamos al chorro de arena, que elimina la tierra presente en el agua: depositando en el fondo de los tanques de recolección, podemos separarla del agua, que continúa su camino de purificación a través de la sedimentación primaria y el tratamiento biológico.

Este último es muy importante y explota la acción de las bacterias que, al alimentarse de las sustancias orgánicas presentes en el agua, logran eliminarlas. Las bacterias se convierten en copos fangosos que se pueden separar fácilmente del agua purificada. La última fase es aquella en la que se desinfecta el agua, agregando cloro u otros desinfectantes inofensivos.