La indispensable labor de las ballenas en la lucha contra el cambio climático.

Un nuevo artículo del Fondo Monetario Internacional (FMI) cifra el papel de las ballenas en el secuestro de carbono y el funcionamiento saludable del océano en más de 1 billón de dólares.


Las ballenas juegan un “papel insustituible” en la mitigación y la construcción de resiliencia al cambio climático.


Un artículo publicado este 16 de Septiembre de 2019 en la revista Finance and Development (F&D) del FMI, aduce que el papel de las ballenas en la captura de carbono, el aumento de los stocks pesqueros y el beneficio económico derivado del turismo, se traduce en el equivalente de 2 millones de dólares por ejemplar en términos de servicios ecosistémicos globales, lo que significa que el valor aportado por la población de ballenas actual podría situarse muy por encima de 1 billón de dólares.


“Una solución natural al cambio climático: cómo una estrategia para proteger a las ballenas puede limitar los gases de efecto invernadero y el calentamiento global”, el Director Adjunto del FMI Ralph Chami, afirma por primera vez que el valor de las funciones realizadas por las ballenas en el sistema océano / Tierra – que solo han sido comprendidas claramente por los científicos en fechas relativamente recientes – debería tenerse en cuenta a la hora de evaluar el coste de la protección de estos mamíferos.


Las ballenas – especialmente las grandes ballenas, tales como la azul, la franca, la gris y la jorobada – desempeñan un papel significativo en la captura de carbono de la atmósfera estas tienen un “efecto multiplicador” del aumento de la producción de fitoplancton, ya que sus heces contienen los minerales necesarios para el crecimiento del mismo.


Durante su vida llevan minerales hasta la superficie del océano mediante su movimiento vertical y a través de su migración por los océanos, esta actividad “fertilizante” contribuye de forma significativa al crecimiento del fitoplancton en las zonas que estas frecuentan. El fitoplancton del océano es responsable de alrededor del 50% de todo el oxígeno producido.


Además cuando mueren naturalmente, se hunden hasta el fondo del océano, secuestrando cada una 33 toneladas de CO2 en promedio, y sacando ese carbono de la atmósfera durante siglos. En contraste, un árbol absorbe un máximo de 48 libras (22 kg) de CO2 al año.


Michael Fishbach, Director de Great Whale Conservancy destaca que recuperar las poblaciones de grandes ballenas es un medio significativo para fomentar el potencial de secuestro de carbono del océano, así como la salud del mismo y su capacidad de producir oxígeno. Salvar las ballenas ayuda a salvar el planeta – así de simple”.


Es necesario modificar las rutas marítimas para reducir la elevada mortalidad causada por las colisiones con buques, máxima prioridad entre las protecciones que se necesitan con urgencia.


Los datos indican que las poblaciones de varias especies de grandes ballenas, entre ellas algunas de las más icónicas, como la azul y la franca, no están logrando recuperarse como se esperaba, aunque hayan transcurrido ya 40 años desde que se prohibiera mayoritariamente la pesca ballenera comercial a escala global, hecho imputable a los impactos humanos sobre el océano. Los conservacionistas defienden la adopción de medidas mucho más restrictivas para proteger sus zonas de cría y de forrajeo a fin de ayudarlas a reponerse.


Se estima que la población de ballena azul se ha reducido hasta un 98% desde los tiempos anteriores a la caza de ballenas, mientras que las francas, las jorobadas y los cachalotes han sufrido pérdidas que se sitúan entre casi el 70% y hasta el 99% en ciertas regiones oceánicas, en comparación con las estimaciones pre-balleneras. Los enmallamientos, la contaminación acústica, las colisiones con los supercargueros ( esto debido en gran parte a la proliferación del tráfico de contenedores por vía marítima) y los plásticos en los océanos son los causantes de su muerte.


En palabras de Michael Fishbach: “Las colisiones con buques son actualmente uno de los principales causantes de la muerte de grandes ballenas. Según nuestras estimaciones, las colisiones con embarcaciones matan a más de 100 ballenas azules, jorobadas y rorcuales cada año en la Costa Oeste de Estados Unidos y Canadá. Con el continuo aumento del tráfico marítimo global, resulta crucial que apliquemos soluciones a este problema ya. La más efectiva consistiría en ajustar las rutas marítimas de entrada y salida de los principales puertos, como ha quedado demostrado por el ejemplo de Panamá. GWC está trabajando con empresas y gobiernos para avanzar en este sentido”.


Coordinar los aspectos económicos de la protección de las ballenas debe ascender al primer plano en la agenda climática de la comunidad global.


Ralph Chami, afirma: “La importancia de replantear la forma en que valoramos la naturaleza y nuestro lugar en ella. Por primera vez, se asigna un precio económico a la contribución de las grandes ballenas al mantenimiento de un planeta habitable. En resumidas cuentas, potenciar la protección que otorgamos a las ballenas frente a los peligros creados por el hombre aporta beneficios para nosotros mismos, el planeta y, por supuesto, las propias ballenas. Coordinar los aspectos económicos de la protección de las ballenas debe ascender al primer plano en la agenda climática de la comunidad global. Las ballenas juegan un papel insustituible en la mitigación y la creación de resiliencia al cambio climático, y su supervivencia debería formar parte integrante de los objetivos de todos los signatarios del tratado de París de la ONU sobre el clima. Esperamos que este trabajo contribuya a un debate urgentemente necesario sobre el valor de los esfuerzos para conservar y fomentar las poblaciones de ballenas del mundo entero”.