La falta de uno o más anillos de conexión, en cualquier nivel que se encuentren, provoca desequilibrios en el delicado equilibrio de los diferentes ecosistemas.
Es por eso que cada organismo vivo es necesario para la vida en nuestro planeta.
En detalle, la cadena alimentaria comienza con el primer eslabón que incluye organismos llamados autotróficos, es decir, que logran alimentarse. Por esta razón, los productores están definidos: son plantas, que se alimentan a través del proceso de fotosíntesis.
El segundo enlace es la primera categoría de consumidores, consumidores primarios, que comen organismos vegetales para vivir.
Aún más alto hay consumidores secundarios, que comen consumidores primarios porque necesitan las proteínas contenidas en sus carnes. Por lo tanto, se llaman carnívoros.
Un nivel trófico, como se definen todos los organismos de un eslabón en la cadena alimentaria, considerado «móvil» es el de los omnívoros, de los cuales también parece el hombre, que se alimentan tanto de plantas como de animales.
Finalmente, hay descomponentes, también llamados transformadores, como las bacterias que se alimentan de las sustancias de los cadáveres, los dividen en minerales y otros oligoelementos y los hacen reutilizables por los productores autotróficos.
En realidad, no solo existe la cadena alimentaria, en los ecosistemas, sino una red alimentaria real: cada presa no es exclusiva de un solo eslabón en la cadena, sino que todos entran en relación entre sí formando una intrincada red de relaciones interconectadas entre sí.
Un elemento importante durante las fases de la cadena alimentaria es el desarrollo del calor y la energía residual que se dispersa en cada paso a nivel en el medio ambiente, que se llama biomasa.